Gritar
desgañitándose frente a la nada.
Ver entumecerse el aire enredado en las palabras...,
y gritar, entregado al agitar
de una bandera tricolor.
Con los huesos desfilando
y las arterias sujetando la emoción.
Verlo todo sin mirar.
Sentir el pulso en el aliento
de la boca que escapa al cielo
y saber que no hay perdón.
...no hay perdón.